La fabricación ilícita del fentanilo y de otros opioides análogos es barata y relativamente sencilla. No se requieren ni grandes instalaciones ni grandes conocimientos. Es un polvo blanco más, que se mezcla con facilidad con otras drogas tales como la heroína, la cocaína, las metanfetaminas, etcétera. Las vuelve más potentes y de acción más rápida. Por eso es tan popular. De ahí la gran demanda.
Agencias norteamericanas especializadas en el combate al tráfico de estupefacientes, fueron los que detectaron la presencia y distribución de la droga fentanilo “negro” y pusieron en alerta a las policías de esta frontera México-Estados Unidos.
Su detección es complicada. Se comercializa por los canales propios del crimen organizado, pero tambien existen nuevas tendencias de trafico de drogas que utilizan de por medio del comercio electrónico: la llamada red oscura o darknet. Existen las típicas pastillas azules, hace poco el llamado fentanilo arcoíris por tener varios colores y ahora fentanilo negro.
Históricamente se señala a China como principal productor. Todo indica que sigue siendo el gran abastecedor. A México llega sobre todo por carga marítima y entra por los puertos de Manzanillo y Lázaro Cárdenas. Desde hace algún tiempo, la Junta Internacional de Estupefacientes de la ONU, señaló a México como punto de trasiego del fentanilo proveniente de China, Hong Kong y Singapur. Sólo o mezclado, la delincuencia organizada lo introduce a Estados Unidos que concentra al gran mercado y en donde se vive una verdadera crisis por el consumo desbordado, con el trágico saldo de más de 100 mil muertes por año.
La epidemia de opioides que se vive en los Estados Unidos tiene antecedentes que la explican y que son sui generis de ese país. El uso indiscriminado de analgésicos opioides recetados por médicos sin recato alguno (la oxicodona, señaladamente), generó una adicción silenciosa durante décadas, hasta que esta empezó a hacer crisis cuando los millones de usuarios (muchos de ellos ya adictos) descubrieron que no sólo la heroína sino también el fentanilo aliviaba sus síntomas. Hubo mucho dinero detrás de toda esta epidemia. Lo seguirá habiendo ahora, no sólo por los costos que implica la atención a los adictos, sino también por lo que implicarán las demandas y las indemnizaciones.
César Omar Muñoz Morales, Titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal de Juárez (SSPM), señaló que en una de las capacitaciones que recibieron por parte de las agencias estadounidenses, ya se aborda el tema de esta droga en color negro.
Acerca de la procedencia de dicha droga, las se están fabricando en Michoacán, Jalisco y Sinaloa, desde donde es traída a la frontera para luego cruzarla a Estados Unidos, que es finalmente el destino, pero no se descarta que en Ciudad Juárez también sea distribuida por bandas del crimen organizado para consumo interno.
Cabe señalar que en dichos estados operan grupos delincuenciales de alto impacto como es el caso de La Familia Michoacana, “Los Chapos” en Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Hace dos meses se certificaron a todos los elementos caninos de la policía municipal de Ciudad Juárez del equipo K9 para la detección de dicha droga. En el caso de los elementos caninos tenían pendiente la certificación, porque no disponían del aroma de dicha droga en físico, sin embargo, se consiguió y fue como pudieron capacitar a los caninos en la detección de la misma.
Desde hace ya aproximadamente un mes y medio o dos meses, se les había informado a la policía de Ciudad Juárez que estaba en proceso una nueva variante del fentanilo que en este caso es, el fentanilo negro, droga que es mucho más pura que el fentanilo azul.
El pasado 16 de mayo, un presunto narcomenudista procedente de Sinaloa, fue detenido en la colonia La Presa, con 30 kilos de diferentes drogas, entre las que se localizaron siete kilos de fentanilo negro, sustancia altamente estimulante, y a decir del mismo detenido y las autoridades ministeriales, es tres o cuatro veces más potente que el fentanilo azul.
Lamentablemente en Ciudad Juarez; por la ausencia de estadísticas oficiales sobre el consumo del fentanilo, implica que no se sepa con exactitud cuántas personas mueren por sobredosis en ese lugar, los únicos medidores locales son las organizaciones de la sociedad civil que trabajan con adicciones y los reportes de los hospitales. La Cruz Roja local dice que atiende a 20 personas con sobredosis al mes.
Respecto al medicamento naloxona, la cual se utiliza para salvar la vida en casos puede revertir una sobredosis de opioides, incluidos heroína, fentanilo y medicamentos opioides, es un medicamento muy restringido y muy controlado, por ello no pueden traerlo en urgencias médicas y atender sobredosis, puede solicitarse, pero debe hacerse un proceso bastante complicado.
Tijuana y San Diego, son una frontera que se ha utilizado por los cárteles para experimentar con los consumidores la potencia y dosis de la droga.
La DEA calcula que una dosis de tres gramos de la droga sintética puede ser mortal para una persona promedio.
Diversas investigaciones muestran una tendencia gradual de reemplazo de la heroína tipo goma negra por el polvo blanco, más potente y causante ya de varios casos de sobredosis. La mayoría de las muestras de polvo blanco estudiadas (algunas combinadas con heroína o con cristal) tenían fentanilo. La mayoría de los usuarios pensaban que habían usado heroína en polvo blanco, aunque en realidad era fentanilo o una mezcla de ambos.
Esto también ocurre en los Estados Unidos: la mayoría de los usuarios no saben que lo que parece heroína en polvo blanco puede ser fentanilo, entonces no calculan bien la dosis y en consecuencia se exceden. Para muchos, el error es fatal.
Conforme se empieza a detectar un creciente uso de fentanilo en el mercado negro, se empiezan a detectar también narcolaboratorios donde se procesa el opioide. La fórmula no falla: si hay consumo hay producción. Por eso los aseguramientos tanto de instalaciones como de mercancía en México deben aumentar.
Los costos también juegan. Ahí donde el kilogramo de heroína cuesta $65 mil dólares al mayoreo, el del fentanilo cuesta aproximadamente $3 mil quinientos dólares. Por supuesto que conviene mezclarlos. Se reducen gastos y se vende un producto mucho más potente. Aún manteniendo el mismo precio, los márgenes de ganancia se multiplican. Se estima que de un kilogramo de fentanilo pueden salir hasta medio millón de dosis, que se venden en la calle, en promedio, en $20 dólares cada una. En el mercado ilegal, al fentanilo se le conoce como: china white, heroína sintética, dance fever, apache, china girl, m30 o simplemente polvo blanco, aunque también hay pastillas.
El fentanilo representa, sin duda alguna, un gran problema de salud pública, pero también un gran problema en la relación bilateral México con los Estados Unidos y un gran obstáculo para avanzar en la pacificación del país. En los Estados Unidos, el tema unifica a la población y a la clase política. Demócratas y republicanos saben de su complejidad y de sus implicaciones. Los expertos han lanzado ya la voz de alarma. Algunos de los grandes laboratorios farmacéuticos enfrentan demandas millonarias y los departamentos de policía de las principales ciudades están en alerta permanente. Los servicios de salud han desarrollado protocolos de acción rápida para revertir los efectos de las sobredosis antes de que sobrevenga la muerte, y en el sistema educativo se han reforzado los programas sobre el tema con información cada vez más clara y directa. Por cierto, como ya se dijo, uno de los fármacos más efectivos para contrarrestar una eventual sobredosis con fentanilo es la naloxona, conocida desde hace varios años. En México es difícil encontrarla y además está controlada. No hay razón legal ni sanitaria que lo justifique. Ninguna convención internacional considera que la naloxona deba ser fiscalizada.
Pienso que es momento de tomar la iniciativa y hacer un planteamiento integral, antes de que el tema escale a otro nivel en los Estados Unidos y en México, sea por un nuevo repunte o bien, cuando los Centros para el Control de Enfermedades de Atlanta liberen otro informe con cifras alarmantes. Obviamente la franja fronteriza requerirá atención especial. Hay que diseñar un sistema de vigilancia epidemiológica temprana, orientado a detectar el uso de nuevas substancias psicoactivas con registros comparables en ambos lados de la frontera. Estudiar el consumo nos va a dar la señal de lo que se está comercializando, sea como resultado de un aumento en la producción local o por un incremento en el contrabando.
La Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (UNODC) es una oficina poderosa, y que desde hace tiempo requiere una revisión cuidadosa y sensible porque el tema, si bien polariza como tantos otros, tampoco puede permanecer inamovible. La relación entre drogas y delito, drogas y violencia, drogas e inestabilidad es cada vez más evidente en algunos lugares del mundo. México es un ejemplo de ello y ha pagado un costo muy alto junto con los Estados Unidos, en los dos paises se han puesto los muertos y quizá ningun otro país como estos dos presenta esta problematica gradual.
La facilidad con que hoy se sintetizan algunas substancias como el fentanilo, propicia que aumente su producción clandestina y crezca su consumo. Las ganancias son fabulosas. Consolidan el poder de la delincuencia organizada. Las sociedades son víctimas y los países no terminan de unirse en torno a políticas que sean capaces de revisar con objetividad el fracaso de algunas estrategias ya obsoletas contra las drogas, y la necesidad de renovarlas y construir estrategias que se sustenten en los pilares de las Naciones Unidas: la paz y la seguridad duraderas, el respeto a los derechos humanos y el desarrollo sostenible con una visión de integración global.
El fentanilo representa, sin duda alguna, un gran problema de salud pública, pero también un gran problema en la relación bilateral de México con los Estados Unidos y un gran obstáculo que a China le es muy conveniente.
Esa sería razón suficiente para hablar en voz alta y hacer propuestas, para esgrimir razones y buscar alternativas de forma binacional hacia el mundo, unidos serían más fuertes que divididos.
La facilidad con que hoy se sintetizan algunas substancias como el fentanilo, propicia que aumente su producción clandestina y crezca su consumo y las ganancias seguirán siendo muy altas lo que hará que se consoliden su poder la delincuencia organizada afectando la seguridad y la paz en algunas regiones del hemisferio. Las sociedades son víctimas y los países no terminan de unirse en torno a políticas que sean capaces de revisar con objetividad una estrategia y elevarla a Tratado Internacional con reglas claras de cooperación contra las drogas, y la necesidad de construir programas que se sustentes en los pilares de las Naciones Unidas: la paz y la seguridad duraderas, el respeto a los derechos humanos y el desarrollo sostenible.